Las expectativas que atrajo Stravaganza… a Mendoza puede decirse que fueron cumplidas con creces. Lo que se vio durante las casi dos horas en el Arena Maipú fue un gran despliegue artístico donde no faltó nada: bailes, acrobacias, humor, música y mucha emoción.
La creación del coreógrafo, bailarín y acróbata Flavio Mendoza cuenta con diversas gamas del ambiente artístico que quizás resulta imposible para muchos verlos asociados en un solo espectáculo. Cuadros de baile flamenco mezclados con acrobacias, reminiscencias del circo europeo con humor típico del teatro de revistas. Tal como lo viene siendo desde sus comienzos, la pileta fue el punto central, que sirvió para dejar en claro que Stravaganza es un show único.
Una de las cosas que más impresionó de Stravaganza, principalmente por su peculiaridad en los espectáculos porteños, es la música en vivo. Siete músicos a un costado del escenario, cuya agrupación se llama El témpano de los Andes, pusieron la melodía justa a prácticamente todos los cuadros del show.
Aunque las intervenciones de Flavio Mendoza fueron pocas, su presencia estuvo en los puntos de clímax del show. El momento más festejado quizás fue durante su presencia humorística junto con el cómico Maxi de la Cruz (quien dicho sea de paso fue uno de los grandes soportes del show), con sus clásicas frases y sus alusiones a otras figuras de la noche porteña, no faltando una referencia irónica a su ex amiga y socia Romina Propato y su marido Mariano Iúdica.
De todas formas, no es justo dejar afuera a la presencia de las figuras más emblemáticas de Stravaganza, como la bailarina Gisela Bernal (eximia en las danzas acrobáticas), la sorprendente Noelia Pompa (que se logró acoplar al cuerpo de bailarines a la perfección) y Facundo Mazzei (que despertó suspiros en el público femenino). Todos acompañados por un sobresaliente grupo de bailarines, acróbatas, cómicos y la cantante Lucila Juárez.
Eclecticidad, calidad escenográfica y artística, y una buena organización visual son las claves de un espectáculo muy digno de ponerse a la altura de los mejores del mundo.
La creación del coreógrafo, bailarín y acróbata Flavio Mendoza cuenta con diversas gamas del ambiente artístico que quizás resulta imposible para muchos verlos asociados en un solo espectáculo. Cuadros de baile flamenco mezclados con acrobacias, reminiscencias del circo europeo con humor típico del teatro de revistas. Tal como lo viene siendo desde sus comienzos, la pileta fue el punto central, que sirvió para dejar en claro que Stravaganza es un show único.
Una de las cosas que más impresionó de Stravaganza, principalmente por su peculiaridad en los espectáculos porteños, es la música en vivo. Siete músicos a un costado del escenario, cuya agrupación se llama El témpano de los Andes, pusieron la melodía justa a prácticamente todos los cuadros del show.
Aunque las intervenciones de Flavio Mendoza fueron pocas, su presencia estuvo en los puntos de clímax del show. El momento más festejado quizás fue durante su presencia humorística junto con el cómico Maxi de la Cruz (quien dicho sea de paso fue uno de los grandes soportes del show), con sus clásicas frases y sus alusiones a otras figuras de la noche porteña, no faltando una referencia irónica a su ex amiga y socia Romina Propato y su marido Mariano Iúdica.
De todas formas, no es justo dejar afuera a la presencia de las figuras más emblemáticas de Stravaganza, como la bailarina Gisela Bernal (eximia en las danzas acrobáticas), la sorprendente Noelia Pompa (que se logró acoplar al cuerpo de bailarines a la perfección) y Facundo Mazzei (que despertó suspiros en el público femenino). Todos acompañados por un sobresaliente grupo de bailarines, acróbatas, cómicos y la cantante Lucila Juárez.
Eclecticidad, calidad escenográfica y artística, y una buena organización visual son las claves de un espectáculo muy digno de ponerse a la altura de los mejores del mundo.
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